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La pequeña estrella que quiero llevar
Dentro de «El códice invisible» no hay alusiones a la música ni a ninguna canción. Al introducir tantas poesías y por la época en la que transcurre el libro, preferí dejar fuera esa influencia de la vida de Alhena. Pero hay unos versos de una canción italiana que Alhena hubiese hecho suyos y los hubiera reescrito para Rafael así: Tú que siempre entendiste mi fantasia, la encendiste y la apagaste. Entonces te fuiste y volviste más fuerte, Tomaste mi dia y lo volviste mejor, y ahora me paro y te digo otra vez: que soy fuerte y frágil, que no tengo miedo, y que sigo siendo la misma, la misma…
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Lo que no cambias, lo eliges
Este podría ser un aforismo de Leonardo, pero no lo es. Es una frase de un video que me saltó hoy en TikTok. Pero… podría haberlo escrito Leonardo porque hay muchos aforismos suyos que aluden a este consejo. De hecho, seguramente esta frase casi tenga más sentido en su sociedad que en la nuestra. Leonardo nació en periodo en que los estratos sociales estaban sumamente fijados y estereotipados. Él fue un bastardo. Eso debería haberle dejado en los estratos inferiores muy alejados de la nobleza. Pero no fue así porque su padre, que sí era noble, le dio abrió las puertas del aprendizaje. ¿Porqué lo hizo? Quizá se arrepintió de…
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«He aquí una cosa que rechazamos cuanto más la necesitamos: el consejo. De mala gana lo escucha quien más lo necesitaría, a saber: el ignorante»
Vivimos en una sociedad donde se habla mucho de la salud mental y de la necesidad de sentirse bien con uno mismo. Pero son pocos los que van a un psicológo, a un psiquiatra o simplemente se sientan con un amigo, su pareja o un hermano y no sólo escuchan sino que aceptan sus consejos. Y, aunque entiendo el aforismo de Leonardo porque es certero al indicar que los ignorantes rechazan escuchar los consejos, siempre he considerado que esa ignorancia parte de la inseguridad propia, no de la falta de conocimiento. La segunda parte que Leonardo no escribió pero seguro pensó es que ese consejo sólo sirve si no sólo…
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Bajo el mar, sobre el cielo
Lejano sobre el mar camina erguido, el audible pálpito de un corazón dañado, que ruge constante y acorbadado, por saberse frágil pero también temido. Lucha de amor donde fue vencido, furia de dolor en la que fue ganado, donde rompen las lágrimas que ha derramado y se secan los gritos que había encendido. Grabada en la arena la imagen de su realidad, donde las olas la destruyen a cada momento, dejando inertes y duros granos de soledad. Muestra en su pasado su mayor debilidad, este corazón que no añora su voraz tormento y busca del mar al cielo su futuro y su verdad.
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No es en la oscuridad
No es en la oscuridad donde quiero encontrarte, es en tu luz donde quiero verte. No es en la lejanía donde quiero buscarte, es mirándonte a los ojos donde quiero conocerte. No es en una canción donde quiero recordarte, es creando versos donde quiero mantenerte. No es en nuestras dudas donde quiero hundirme, es en nuestras certezas donde quiero elevarme. No es en la debilidad donde quiero abrazarte, es en la unión de nuestras manos donde quiero convencerte. No es en la flor donde quiero cuidarte, Es en tu raíz donde quiero hacerme fuerte. No es en el dolor donde quiero salvarte, es en el amor donde quiero protegerte. No…
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«Hay, sin duda, la misma proporción de la mentira a la verdad que de las tinieblas a la luz»
Este aforismo de Leonardo es quizá de los más difíciles de demostrar. Entre las tinieblas y la luz, entre la sombra y la claridad hay un mundo de grises, de nubes claras u oscuras pero reconocibles. Si uno coloca una hoja opaca contra el sol, verá su sombra reflejada sobre el suelo rodeada de luz. Esa sombra, es real. El borde de la hoja, será la linea que separa las tinieblas de la luz. Si te acercas a esa linea verás que no es tan delgada como pueda parecer, que aunque parezca que la luz busca fervientemente comer la sombra, hay una degradación de la oscuridad que nos lleva hasta…
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Cómo gustéis
A las hadas, por la magia de su pelo Se decidió moviendo la cabeza de un lado al otro; “déjame sentirte en mí”; Dejando que su pelo, en el movimiento de vaivén, se desprendiese de las gotas de magia que se habían ido impregnando en él durante el sueño; “déjame que sea tu piel”. Se levantó rápidamente y estirando las alas, se asomó entre los árboles en su busca. “déjame que descubra mi magia ante ti”; Tuvo que saltar unas cuantas ramas para encontrarle ya que él se había quedado dormido bajo una espesa haya de colores amarronados por la presencia del otoño; “déjame enseñarte el camino de la palabra”.…
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MAGIA
Érase una vez, un niño, que era muy bueno. Érase una vez, una niña, que era muy testaruda. El niño bueno y la niña testaruda se encontraron una noche. Era una noche cualquiera, con una luna cualquiera y las mismas estrellas brillando que siempre brillaban un 13 de Marzo en aquel lugar. Y aquel lugar, era también una lugar cualquiera. Pero aquel niño y aquella niña, sin quererlo, sin proponerlo, sin saberlo, hicieron magia. E hicieron magia porque aquella noche cualquiera nació una llama. Y esta llama, no era una llama cualquiera. Era una llama de las que adora bailar, de las cálidas y bellas, de las dulces y coloridas.…
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El Códice Madrid en Conferencia en la ETSII
Hace unas semanas tuve la suerte de dar una conferencia en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales (ETSII) donde terminé la carrera de Ingeniería Industrial, rama Mecánica, hace ya casi 20 años. La Conferencia versaba sobre El Códice Madrid y su influencia en mi novela El Códice Invisible y vino de la mano de la asociación de Antiguos Alumnos de la Universidad (Asociación de Antiguos Alumnos ETSII UPM). Ahora ya está accesible para todos en Youtube, en el siguiente enlace. Muchísimas gracias a todos los que vinisteis y a los que la veáis y escuchéis por primera vez, no dejéis de enviarme las preguntas que os puedan surgir.
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Olvido, Lágrimas, Pensamientos y Rezos
Olvido contra el que no hay vuelta atrás. Lágrimas que ya no quieren derramarse por las mejillas. Pensamientos que desean quedarse detrás. Rezos que están hastiados de doblar las rodillas.