Nuestra imaginación es la que ve y no los ojos
Cierra los ojos e imagina el mundo. Tu mundo. Puede tener montañas verdes en vez de nevadas y los ríos pueden ser rojos. Puede tener casas hechas de chocolate y que los leones tengan seis patas.
Leonardo decía que el sentido más importante es la vista pero es la imaginación la que nos hace ver más, crear más, soñar más.
Si yo tuviera que imaginar el mundo, de seguro lo imaginaría con más flores, con más montañas, con más ríos cruzando los valles y cayendo en cascada por los riscos. Cambiaría todos los colores y haría el cielo de color verde hierba, la piedra sería granate y el agua dejaría de ser azul para ser púrpura.
También imaginaria un mundo con muchos más animales. Dondequiera que mirase, habría ballenas, gacelas, nutrias y albatros. Cruzándose y jugando sin dudar que son amigos.
También haría que las personas fuesen como los pingüinos y que en un momento de tu vida, cruzases una mirada con otra persona y supieses que compartirías el resto de tu vida con ella. A partir de ese momento, los ojos se hablarían, las pieles se erizarían, las cosquillas en las puntas de tus dedos se sentirían en cada momento en que su pelo rozase tu piel y el corazón bailaría sin miedo al son de los pasos de ambos.
En ese mundo, aunque habría quien pudiera considerarlo aburrido o monótono, no habría miedo a perder el corazón, a necesitar escupir lágrimas por lo que no va a volver, a derrochar canciones para mitigar la melancolía.
Ese mundo puede que no fuese mejor, puede que tuviese incluso menos color por no tener canciones dedicadas al desamor, puede que el sol brillase menos fuerte porque nunca se necesitase rezarle para que volviese a salir. Pero, seguro, seguro, seguro, sería un mundo con menos dolor. Porque aunque el dolor físico permaneciese, librar al ser humano del daño por sentirse rechazado, de la cruda realidad del que no ha conseguido generar en otro los sentimientos que deseaba, del desgaste de una relación que no funciona y acaba por romperse…
Quizá algún día nuestra imaginación sea real y sean nuestros ojos los que nos muestren irrealidades. Hasta entonces, nos queda la protección de nuestros sueños y de las historias que creamos para nosotros mismos.