Vive. Siente. Aprende

Si la vida fuera una estrella

Hay un eslogan que me encanta, que dice «Si la vida fuera una ciudad, sería Madrid». Y creo que es profundamente acertado ya que Madrid derrocha vida, energía y reta a cada transeúnte que pasa por ella a disfrutarla y vivirla.

Pensando en el eslogan, me dije que si la vida fuera una película, quizá sería Braveheart o Forrest Gump porque ambas te muestran la lucha y la perseverancia que realmente es necesaria para afrontarla y beberla hasta el extremo.

SI fuera una canción creo que me decantaría por el «blowing in the wind» escrita por Bob Dylan por exigirnos evaluar algunas de las preguntas que nadie quiere responder sobre uno mismo, sobre la sociedad o sobre la naturaleza en la que vivimos.

Si fuera un paisaje, elegiría el salto del Nervión porque el agua de la cascada coge velocidad para acabar muriendo dentro de ella misma. Si fuera una carretera, cualquiera de montaña que nos lleva desde el valle hasta casi tocar el cielo.

Si fuera un libro, «Los miserables» nos darían la muestra de la peor cara de la vida: la guerra, el egoísmo, la necedad humana y el brillo del amor y la compasión como contrapartida.

Pero, si fuera una estrella, sería Sirio. Y sería Sirio o Sirius por ser la más brillante que luce en nuestro cielo, la que significa ardiente como el ardor que también sentimos a lo largo de la vida. También elegiría Sirio porque como la vida, tiene una doble cara. Esa que no queremos ver o que no nos gusta ver pero que siempre está ahí. Sirio engaña. Nos engaña porque no es sólo una estrella sino dos. Sirio engaña porque nosotros la vemos como la más brillante pero su compañera de constelación Mirzam es más de 60 veces más brillante que ella pero al estar más lejos nosotros no la percibimos así.

La vida también nos engaña. Nos engaña porque esa cara oscura que no queremos ver, como la estrella hermana de Sirio, la acompaña siempre y se llama muerte. Nos engaña porque la vida parece brillante pero sólo lo es si nosotros la hacemos brillar y no dejamos que la sociedad, los acontecimientos o nosotros mismos nos alejen y nos hagan pequeños como a Mirzam.

Sirio y la vida siempre han estado entrelazadas. Esta estrella se consideraba un anuncio de vida nueva porque cuando volvía a aparecer en el cielo al atardecer, los egipcios sabían que el Nilo recibiría las lluvias tan necesarias para la subsistencia del país y volvería a renacer.

Pero Sirio no renacía, ella siempre está inmutable en el firmamento y somos nosotros los que nos movemos. Quizá sea la mayor diferencia entre la vida y Sirio, que la estrella permanece mientras que nuestras vidas son efímeras y hay que valorarlas cada día. Quizá también por ello me quede con Sirio, porque la vida, aunque muy distinta a una estrella, nos muestra que cuanto más brillemos, más viviremos.

El cielo de Madrid

Raquel Bernardos Rodríguez nació en Madrid y allí realizó sus estudios de Ingeniería Industrial rama Mecánica y del grado de Historia especializándose en Edad Media y Moderna. Desde pequeña, siempre ha sido una gran admiradora de Leonardo Da Vinci por su capacidad de abarcar y profundizar en tantos campos distintos sin desfallecer. Ha trabajado durante más de 15 años en el sector industrial llevando proyectos y equipos alrededor de todo el mundo lo que la ha permitido descubrir lugares increíbles en todos los continentes. Su pasión por aprender y por disfrutar la vida la llevaron a escribir este libro donde intenta mostrar al Da Vinci más humano a través de sus consejos y frases. Es madre de dos hijos a los que intenta inculcar que “el aprendizaje es lo único a lo que la mente nunca agota, nunca teme y de lo que nunca se arrepiente”.

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