La Cautiva
La película de Alejandro Amenábar, «El Cautivo» es una delicia para los que tenemos, como el autor de El Quijote, una mente inquieta y deseosa de crear y contar historias. Es también un fresco bello y duro de la situación en el Argel de 1575 donde cristianos y moros convivían con sus lealtades y sus hipocresías.
Ha salido este soneto pensando en aquellos días de Miguel de Cervantes…
Cierro los ojos y veo dos dorados candiles encendidos,
intento soñar que las cicatrices ya no son parte de mi piel,
busco a mi alrededor las raíces profundas que me mantengan fiel,
pero sólo escucho los sonidos de un laud desgarrados y perdidos.
Lejano se encabrita el océano, lamiendo los muros de piedra encendidos,
opuesto a la apatía que parece adueñarse de mí mismo, frío como hiel,
aplastante realidad que le recuerda al interior de mi ser, quizá otrora cruel,
que es él más cautivo que mi exterior de argollas y tobillos malheridos.
Aún en silencio no deja mi mente de buscar escapar, huir, renacer,
laberinto de sensaciones sedientas y ajetreadas,
resquicios de cordura que alimentan los recuerdos del ayer.
Abro los ojos y siento el sol sobre mi cuerpo arder,
calor profundo que me muestra el camino en oleadas:
El amor para sanar el alma, la imaginación para lograr el poder.
