Aforismos,  Leonardo Da Vinci

«Hay, sin duda, la misma proporción de la mentira a la verdad que de las tinieblas a la luz»

Este aforismo de Leonardo es quizá de los más difíciles de demostrar. Entre las tinieblas y la luz, entre la sombra y la claridad hay un mundo de grises, de nubes claras u oscuras pero reconocibles. Si uno coloca una hoja opaca contra el sol, verá su sombra reflejada sobre el suelo rodeada de luz. Esa sombra, es real. El borde de la hoja, será la linea que separa las tinieblas de la luz.

Si te acercas a esa linea verás que no es tan delgada como pueda parecer, que aunque parezca que la luz busca fervientemente comer la sombra, hay una degradación de la oscuridad que nos lleva hasta la claridad pura que irradia el sol.

Pero, ¿cómo es eso comparable a la mentira y a la verdad? Porque una sombra es reconocible, es medible y palpable. La sombra de un árbol es y será hasta que el árbol muera y desaparezca. Cada vez que un rayo de sol incida sobre él, nacerá y cuando la noche o una densa nube aparten el sol, morirá.

No ocurre igual con la mentira y la verdad. Si tú pides a dos personas que cuenten una misma historia, un acontecimiento que ambas han vivido, lo harán de distinta manera. ¿Está alguna de las dos contando una mentira? ¿O es, simplemente, que nuestros actos, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos y percepciones difieren entre una persona y otra? ¿Están complementando la historia para hacerla más verdadera? Seguramente, haya verdades complementarias pero la ráiz de una mentira siempre sea la misma.

Las mentiras o las verdades no son tan tangibles como la sombra o la luz. Leonardo quizá equivalía la mentira de su frase a las tinieblas al hablar de hechos terribles como asesinatos o vejaciones. Quizá quería expresar que una mentira sólo nos llevaría a la oscuridad, a la soledad, al aislamiento. La mentira y las tinieblas como metáfora para mostrar el defecto en el ser humano, la umbría en la naturaleza. La verdad y la luz como el camino hacia el aprendizaje y la sabiduría en el ser humano, hacia el crecimiento en la naturaleza.

Raquel Bernardos Rodríguez nació en Madrid y allí realizó sus estudios de Ingeniería Industrial rama Mecánica y del grado de Historia especializándose en Edad Media y Moderna. Desde pequeña, siempre ha sido una gran admiradora de Leonardo Da Vinci por su capacidad de abarcar y profundizar en tantos campos distintos sin desfallecer. Ha trabajado durante más de 15 años en el sector industrial llevando proyectos y equipos alrededor de todo el mundo lo que la ha permitido descubrir lugares increíbles en todos los continentes. Su pasión por aprender y por disfrutar la vida la llevaron a escribir este libro donde intenta mostrar al Da Vinci más humano a través de sus consejos y frases. Es madre de dos hijos a los que intenta inculcar que “el aprendizaje es lo único a lo que la mente nunca agota, nunca teme y de lo que nunca se arrepiente”.

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