La cabeza de Leda y el flujo del agua

¿Cuánto tiempo tardaría Leonardo en hacer este boceto? Seguramente no más de una hora o dos a pesar de todos los detalles que tiene.
Algunos de los rostros femeninos más famosos de Leonardo son similares: esta Leda, La Scapagliata o los dos ángeles de las dos vertientes de la Virgen de las Rocas parecen la misma persona.

El gesto casi de perfil, con los labios cerrados pero carnosos. Esa sonrisa que nunca fue una sonrisa… La nariz afilada y los ojos no del todo abiertos bajo unas cejas finas y una frente amplia.
¿Sería una persona real? Leonardo solía basar sus dibujos en rostros que encontraba por la calle pero estos retratos parecen demasiado idealizados. Si debía pintar un ángel, ¿porqué no dejar a su mente volar?
En el caso del peinado y a pesar de que se convirtió en un experto pintando rizos, eligió algo más especial para Leda. Y es precisamente ese peinado lo que más la diferencia de los otros tres rostros. Leonardo estaba obsesionado con el agua. Él consideraba que «el agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza» y la estudió sin descanso hasta conseguir entenderla.
Eran los torbellinos que el agua generaba, incrementando la energía con el movimiento circular, lo que quiso llevar al pelo de Leda terminando con esos rizos sueltos que se han escapado de la corriente.
Todos sus dibujos y sus pinturas tenían un significado que iba más allá del simple anhelo por plasmar con carboncillo una imagen. Leonardo buscaba crear y transmitir. En la cabeza de Leda quiso unir la belleza del rostro femenino con la fuerza del agua. Dos facetas distintas de la Naturaleza que él tanto amaba.
